martes, 25 de marzo de 2014

Marx.Periodo histórico.





















EL PERIODO HISTÓRICO.

La revolución industrial. 

La época del Manifiesto es la época del nacimiento y consolidación de la civilización industrial. La Inglaterra de 1830 es el referente nacional para los autores del manifiesto. La introducción masiva de tecnología y el nuevo orden económico capitalista explica cómo la población inglesa pasó de seis millones y medio a catorce millones en poco más de cincuenta años. Los factores de esta explosión son tanto las mejoras en alimentación como de orden higiénico y de infraestructuras en la edificación.

El incremento demográfico se conecta a una nueva distribución de la población sobre el territorio l concentrarse la población en núcleos urbanos: es en las ciudades donde van a aplicarse los nuevos procesos productivos industriales. La más importante de las innovaciones tecnológicas es la máquina de vapor de James Watt que impulsará los sectores más activos de la economía inglesa: la minería, la siderurgia y el sector textil, los tres conectados entre sí.

El coste de las instalaciones industriales determinará el surgimiento de una nueva clase empresarial: la gran burguesía. Las nuevas máquinas permitían introducir en el mercado bienes accesibles a la mayoría de compradores. Esto implica la lógica del trabajo industrial: más producción y precios más reducidos para producir más bienes en menos tiempo. Esta aceleración del ritmo productivo impulsará el crecimiento y renovación de la red de comunicaciones: nuevas carreteras y más canales navegables: La locomotora de Stephenson en 1829 dará lugar al nacimiento del ferrocarril, con el que se inicia una segunda fase de la revolución industrial, segunda fase en la que viven Marx y Engels.

En paralelo a la revolución industrial se producirá un considerable avance de la ciencia desde el final del siglo XVIII a la época de la publicación del manifiesto. El impulso ilustrado del que provenía este desarrollo científico no va a ser frenado por el involucionismo de la Restauración. Es más, en esta época se produce una potenciación adicional de la ciencia en la medida en que comienza a manifestarse su vinculación con la técnica y, consecuentemente, con los procesos económicos productivos.

La Restauración.

La derrota de Napoleón significo el inicio de un proceso de involución política frente a las ideas ilustradas de progreso y revolución burguesa. El Congreso de Viena impuso en Europa una reordenación política y territorial que pretendía asegurar la reacción conservadora y bloquear cualquier estallido revolucionario burgués y liberal. Se instauró u nuevo orden caracterizado por la defensa de los regímenes absolutistas y el compromiso de intervención militar si algún país era amenazado por una revolución liberal (Santa Alianza).

El conflicto entre el principio de autoridad y el principio de libertad, por un lado, y entre los derechos de las monarquías y los derechos nacionales por otro, dominaron la historia de Europa continental desde 1815 a 1884. Los estadistas del Congreso de Viena eran conscientes de la fragilidad de su sistema e intentaron por todos los medios impedir la expansión de las ideas revolucionarias.

Las revoluciones burguesas. En 1820 se inició una oleada de protestas en Europa y América latina, de la cual destacamos la mancipación de las colonias del imperio español. Las revueltas adoptaron la forma de pronunciamientos con una participación de las masas muy reducidas.
La segunda oleada revolucionaria se produjo entre 1829 y 1839, afectando a toda la Europa occidental. En esta ocasión las masas populares volvieron a intervenir (como en la Francia de 1789) y la acción revolucionaria no se redujo a grupos de insurgentes como en los pronunciamientos de 1820. Estas revoluciones marcaron la derrota definitiva del poder aristocrático en Europa occidental y la quiebra de la Restauración. La clase dirigente de los siguientes cincuenta años será la gran burguesía que estableció un modelo político de liberalismo censitario basado en la constitución francesa de 1781.

Las revoluciones de 1848 trajeron consigo el surgimiento de nuevos ideales democráticos, el despertar de muchas nacionalidades y la participación muy activa de la naciente clase obrera en las revueltas, planteando reivindicaciones con un marcado carácter social. 
Frente al liberalismo censitario, el nuevo concepto de democracia se basaba en tres pilares: 

a) la idea de la soberanía popular opuesta a la idea de soberanía nacional, en la que la burguesía identificaba la nación con una minoría de ciudadanos que eran los únicos que disfrutaban de derechos políticos (sufragio censitario). La soberanía popular quería recalcar que el soberano es todo el pueblo que expresa su voluntad en elecciones por sufragio universal.
b) La ampliación de la libertad, defendido la libertad de asociación y de expresión.
c) Y la igualdad social, necesaria para que la democracia fuera un poder realmente de todos. 

Para ello los revolucionarios defendieron las reformas sociales destinadas a mejorar la situación de los más desfavorecidos y a nivelar fortunas.

La crisis económica de 1848.

La crisis económica que precedió a la revolución tuvo un doble carácter. Por un lado, fue una crisis de tipo antiguo, es decir, agrícola y textil, y, por otro, una crisis de nuevo tipo, financiera y metalúrgica, fruto de la industrialización de muchos estados europeos. La crisis agrícola se dejó sentir en toda Europa a partir de 1845 y fue el resultado de malas cosechas. Como consecuencia los precios subieron, la capacidad adquisitiva de los salarios disminuyó y el hambre hizo su aparición. La crisis económica no fue una crisis de subsistencia sino la primera gran crisis de tipo capitalista. Los años previos a 1848 fueron años de gran especulación bursátil, sobre todo con las acciones ferroviarias de las que se esperaban unos altos beneficios. El pánico bursátil provocó la quiebra de numerosos bancos y sociedades de crédito.

La crisis llegó rápidamente a la industria minera y siderúrgica, que tenían en el ferrocarril uno de sus más grandes estímulos. La falta de crédito arrastró a muchas industrias que tuvieron que cerrar. Como resultado de todo esto los salarios disminuyeron y el paro se incrementó.
La revolución de 1848 en Francia. En febrero, una revuelta popular se extendió en París e hizo que Luis Felipe de Orleans abdicara. Se proclamó la Segunda República Francesa y se formó un gobierno provisional. Este gobierno aplicó reformas sociales que fueron suprimidas por la Asamblea Constituyente que le sucedió. Este hecho provocó la insurrección de junio, protagonizada por obreros y republicanos radicales, y se convirtió en el primer enfrentamiento directo entre las dos clases surgidas de la evolución industrial: burguesía y proletariado. La revuelta duró poco, pero la represión fue muy dura (1500 fusilados y 25000 detenciones)
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La Comuna de París (1871).

Tras la derrota de Napoleón III en Sedán, el gobierno abandonó la ciudad de París y se produjo un gran vacio de poder.
Con el fin de organizar la defensa de la ciudad se realizaron unas elecciones que darían lugar a la formación de la Comuna de París. Este organismo revolucionario estaba claramente dominado por la pequeña burguesía y los obreros, y se encargó de la defensa y del gobierno de la ciudad durante los dos meses en los que el pueblo resistió el asedio combinado de las fuerzas prusianas y del gobierno francés. Durante su gestión, la Comuna intentó realizar una serie de reformas radicales: suprimió el ejército permanente y la policía, reemplazándolos por el pueblo en armas; separó la Iglesia del Estado y organizó a los obreros en cooperativas de producción. Fue el primer intento de construir un estado al servicio de la clase obrera. Cuando, a finales de mayo, la Comuna fue derrotada sufrió una represión feroz: 25000 fusilamientos sumarios y 38000 detenciones.


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