viernes, 17 de enero de 2014

Humanismo y Renacimiento.

Lo prometido es deuda. Aquí os dejo para que leáis con calma lo que hemos visto, con cierta rapidez, en clase.





RENACIMIENTO: CARACTERÍSTICAS GENERALES.

El término «Renacimiento» fue utilizado por vez primera en 1855 por el historiador francés Jules Michelet para referirse al «descubrimiento del mundo y del hombre» en el siglo XVI. El historiador suizo Jakob Burckhardt amplió este concepto en su obra La civilización del renacimiento italiano (1860), en la que delimitó el Renacimiento al situarlo en el periodo comprendido entre los pintores Giotto y Miguel Ángel, y definió esta época como el nacimiento de la humanidad y de la conciencia moderna tras una larga etapa de decadencia.

EL CONTEXTO SOCIOHISTÓRICO.

El Renacimiento es una época de la historia europea caracterizada por un renovado interés por el pasado grecorromano clásico y especialmente por su arte. Comenzó en Italia en el siglo XIV y se difundió por el resto de Europa durante los siglos XV y XVI. Se caracteriza por:
a) Destacados  cambios   políticos,   económicos   y  sociales.   Tiene   lugar   la formación de varios Estados nacionales (Francia, España, Inglaterra, Rusia, Suecia), el surgimiento de la burguesía como clase social, la consolidación del mercantilismo como proceso económico, lo que da origen al capitalismo. El auge de la burguesía se hace a costa de la nobleza, la cual entra en decadencia como consecuencia de los acuerdos entre burgueses y monarquías para consolidar los nuevos Estados.


b) Se producen importantes descubrimientos técnicos: la brújula, la cartografía, la pólvora o la imprenta, que repercuten grandemente en las guerras, los descubrimientos           de   nuevos   mundos,   o   la   expansión   de   la   cultura.   El descubrimiento de nuevos mundos es algo decisivo de este periodo. Tiene un gran significado, porque se amplía el horizonte mental y social de los habitantes de Europa, además de tener importantes repercusiones en la configuración del panorama geográfico europeo y mundial.

c) El arte (pintura, escultura, arquitectura) y la literatura son exponentes del cambio que se produce respecto a la Edad Media. La estética renacentista expresa la nueva  vitalidad  del  Renacimiento  en  todas  sus  formas.  Dante,  Petrarca  y Bocaccio en literatura; Botticelli, Miguel Ángel, Rafael y Leonardo da Vinci en las artes, son nombres destacados. Una ciudad, Florencia, cuna renacentista, representa un ejemplo de mecenazgo, de apoyo a las artes y la cultura, impulsado por familias como los Medici. En este contexto desarrollará su teoría política Maquiavelo.

d) Existen conflictos religiosos que culminan con la Reforma y la Contrarreforma. La  Reforma fue  liderada  por Alemania  y la  Contrarreforma  por España.  Con Lutero, Calvino y otros, se produce una ruptura en la Iglesia que culmina con la separación entre el norte y el sur de Europa en lo religioso. Se crea un escenario con grandes conflictos que salpican a los Estados y a sus gobernantes. En el centro  y  norte  de  Europa  la  mayoría  de  ellos  acoge  la  nueva  fe  luterana o calvinista. España, primero con Carlos V y luego con Felipe II, se convertirá en el más firme defensor del catolicismo romano. Esto conducirá a grandes enfrentamientos con Francia y con Inglaterra. El celo puesto en lucha contra el protestantismo contribuyó decisivamente al descontento de sus súbditos, con lo que se inició el declive definitivo del imperio español, confirmado a lo largo del siglo XVII.


LA FILOSOFÍA RENACENTISTA.

Filosóficamente se produce un retorno a la cultura clásica grecorromana, reinterpretada por los autores renacentistas. Fruto de esta actividad es el humanismo renacentista, con una visión antropocéntrica y naturalista del hombre, frente al teocentrismo medieval. Existen dos grandes corrientes filosóficas:

a) La propiamente humanista, con diversos grupos y tendencias. El platonismo, con Marsilio Ficino y Pico della Mirandolla en la Florencia de los Medici y Botticelli; el aristotelismo de influencia averroísta, que florece más en Padua, y tiene en Pomponazzi su figura más representativa; y diversos grupos de estoicos, epicúreos y escépticos, como Lipsio, Valla o Montaigne.

Todas estas escuelas o grupos tienen como denominador común: el antropocentrismo, la mirada reinterpretadora del pasado clásico, que se centra en el hombre  como eje de pensamiento.  Un  concepto de hombre que  resalta sus valores naturales y terrenales, dejando en un segundo plano lo sobrenatural o divino. «El hombre rige y dirige su propia conducta y su propio destino», sostenía Pico della Mirandolla.

Otros humanistas destacados son Tomás Moro, autor de la obra Utopía; Juan Luis Vives, humanista español cuyos planteamientos influyeron notablemente en el desarrollo de la renovación científica europea; y, sobre todo, Erasmo de Rotterdam, tal vez el humanista más famoso y el principal difusor de este movimiento por toda Europa. Todos ellos eran profundamente religiosos.

b) La corriente naturalista. Los humanistas, en cierta manera, se despreocuparon bastante de los desarrollos científicos de su época; sin embargo, hubo otro grupo que estaba muy atento a la ciencia de su tiempo, aun cuando también situaban al hombre en el centro de sus reflexiones. Los más importantes fueron Nicolás de Cusa y Giordano Bruno.Este  último  sostiene varias  ideas  interesantes  y polémicas.  Por una  parte,  una integración del humanismo y el naturalismo científico. Por otra, afirma la infinitud del universo, apoya la teoría heliocéntrica de Copérnico y, en consecuencia, considera que la tierra es un planeta más y no el centro del mundo, rompiendo, de este modo, con la división entre tierra y cielo, pues ambos están regidos por las mismas leyes. Además, propugna un modelo organicista del universo, que entiende como algo vivo, como un organismo. Esta concepción de Bruno influyó en corrientes intelectuales posteriores que llevaron al nacimiento de la ciencia moderna y a la Reforma. Así, desde el siglo XV la filosofía ha estado marcada por una interacción continua entre sistemas de pensamiento basados en una interpretación mecanicista y materialista del Universo y aquellos otros basados en la creencia en el pensamiento humano como la única realidad última. Esta interacción ha reflejado el creciente efecto del descubrimiento científico y el cambio político en la especulación filosófica.

Bruno  afirma  también  que  ese  cosmos  es  una  especie  de  manifestación  o despliegue de Dios: es lo que se llamará panteísmo, que significa que Dios no es trascendente a la naturaleza, sino inmanente a ella. El sostener estas ideas le conducirá a la hoguera en Roma en el año 1600.


La ciencia moderna o renacentista está constituida por un conjunto de teorías astronómicas y físico-matemáticas que supusieron una auténtica revolución en la historia del pensamiento y de la ciencia. Su periodo de desarrollo va desde 1543, fecha en la que Copérnico publicó su obra De Revolutionibus, hasta 1687, cuando Newton publicó su obra Principia mathematica.
Las causas del origen y florecimiento de la ciencia moderna están en las nuevas necesidades de tipo técnico que fueron surgiendo con la revalorización de la observación y la experimentación por parte de los filósofos nominalistas y la independencia de la razón respecto de la fe, que favoreció un clima más libre para investigar.
La ciencia renacentista representa la culminación de un lento proceso que surge al final  de  la  Edad  Media:  el  impulso  que  le  aportaron  a  la  observación  y  a  la experimentación los nominalistas del siglo XIV, junto con el redescubrimiento de la tradición pitagórica que sostenía que el Universo posee estructura y ordenación matemática. Todo ello resultará de decisiva importancia para la revolución científica que llevarán a cabo Kepler, Copérnico y Galileo.

En este contexto tanto la dimensión empírica como la racional recuperaron su valor en la cosmovisión renacentista y ambas tendrán su influencia en las corrientes filosóficas del momento: empirismo y racionalismo, como veremos en las unidades siguientes. Representan dos movimientos de pensamiento europeo diferentes y contrapuestos que convivirán  en  el siglo  XVII  en  el  Reino  Unido  (empirismo)  y en  Francia  y Alemania (racionalismo). Los primeros se centrarán más en la experiencia sensible y los segundos en la razón (teórica).

APORTACIONES RENACENTISTAS.

Existen varias aportaciones que influirán determinantemente en el pensamiento filosófico:
a) Una nueva imagen del universo,

b) El mecanicismo frente al organicismo aristotélico, c) La finalidad práctica y no contemplativa del saber,

d) La preocupación por el método hipotético deductivo y la deducción,

e) El fenomenismo de la nueva ciencia frente al substancialismo aristotélico.

LA CIENCIA RENACENTISTA.

La ciencia renacentista, con la Astronomía como motor, es otro pilar importante en los inicios de la modernidad. Ella aporta una nueva imagen del universo, heliocéntrica y mecanicista. Conocen y tienen presentes los escritos de los antiguos griegos, especialmente los de Aristóteles, Arquímedes, Aristarco y los pitagóricos.

Las tres figuras más destacadas son: Copérnico, que formuló la teoría heliocéntrica en 1543 (prohibida y atacada por la Iglesia católica); Kepler que la consolida con sus cálculos matemáticos al tiempo que descubre que las órbitas de los planetas son elípticas (Copérnico estimaba que eran circulares) y Galileo.

La originalidad de Copérnico  se redujo a sus famosos siete supuestos básicos, ingeniados para superar las dificultades de Ptolomeo: «Como advertí estos defectos, con frecuencia consideré si no era posible acaso encontrar una disposición más razonable de los círculos [...] en la cual cada cosa se moviese uniformemente sobre su propio centro, como lo exige la regla del movimiento absoluto». Estos supuestos son los siguientes:

a) No hay un centro común a todos los astros.

b) La Tierra es el centro de la Luna y de la gravedad.

 c) El Sol es el centro del sistema planetario.

d) La distancia al Sol es infinitamente pequeña comparada con la que hay a las estrellas fijas.

e) La Tierra gira diariamente sobre su eje, dando así la impresión de que es el firmamento el que gira.

f)  La Tierra y los demás planetas giran en torno al Sol, lo que produce el efecto de que éste tiene un movimiento anual.

g) Las detenciones y retrocesos aparentes de los planetas se deben a la misma causa.

Kepler acepta el sistema copernicano. Considera que el heliocentrismo supera los límites de la teoría de Ptolomeo. Entiende que todo el universo constituye una estructura racional y perfecta en la que se manifiesta la sabiduría de Dios. Intenta alcanzar las mediciones entre las esferas y el régimen de los movimientos, atendiendo a las relaciones existentes entre las figuras. Constata la necesidad de la concordancia con las medidas empíricas. En consecuencia, la astronomía no consiste en simples cálculos, sobre el papel, ni en derivaciones de la imaginación, sino que debe acudir a las mediciones metódicamente realizadas y repetidas. En este sentido, afirma: «Toda medida es obra de una mente».

Sus famosas leyes sitúan a Kepler en un privilegiado lugar de la historia de la ciencia. Son tres:

a) Ley de órbitas: «Los planetas recorren órbitas elípticas en las que el Sol ocupa uno de los focos».

b) Ley de áreas: «Las áreas recorridas por el radio vector son proporcionales a los tiempos empleados en recorrerlas».

c) Ley de periodos: «Los cuadrados de los tiempos de revolución son proporcionales a los cubos de los semiejes mayores de las órbitas».

A diferencia de los dos anteriores  Galileo, además de astrónomo, es físico. De hecho a partir de él se puede decir que la Física se constituirá como ciencia específica (confirmada posteriormente por Newton). Además de sus contribuciones a la física (movimiento rectilíneo y circular, caída de los graves, leyes de la inercia), son decisivas sus aportaciones al campo de la astronomía, con interesantes descubrimientos. Tras construir un telescopio observa la Vía Láctea, los satélites de Júpiter, las fases de Venus, las  montañas  de  la  Luna  y  las  manchas  solares,  entre  otras.  Con  ello  da  una demostración empírica del sistema copernicano, lo que le supondrá grandes problemas con la Iglesia, que le obligará a abjurar (renegar) de ellas públicamente.

Galileo también pone a punto el método experimental como propio de la ciencia. Él lo  llamó  método  resolutivo-compositivo,  y  se  basa  en  la  observación  de  ciertas propiedades (1.a fase) sobre las que se formularán diversas hipótesis (2.a fase) que serán sometidas a contratación empírica (3.a fase).

Además, las matemáticas se convertirán en fundamentales para la ciencia. Galileo llega a afirmar que: «El libro de la naturaleza está escrito en lenguaje matemático». A partir de él, las ciencias de la naturaleza y las ciencias humanas se van alejando, aunque los futuros filósofos todavía llegarán a dominar, hasta el siglo XIX, todo el saber de su tiempo. Las matemáticas se convertirán en el saber modelo para los racionalistas (Descartes, Spinoza y Leibniz) del siglo XVII.

Los avances de la ciencia renacentista, también denominada «moderna», con las reticencias principalmente de las instituciones eclesiásticas, están presentes en los pensadores modernos. Éste es el ambiente que le será familiar a Descartes. Su obra Discurso del método (1637) muestra las vicisitudes del momento. De hecho, se afirma que quería publicarla antes, pero desistió al enterarse de la condena a Galileo. No obstante, tanto Descartes como el resto de racionalistas (Spinoza, Leibniz) y empiristas (corriente inglesa de la segunda mitad del siglo, con Locke y Hume como destacados) recogerán los frutos del conocimiento renacentista. Todos ellos son heliocentristas y defensores de la razón y su capacidad de conocimiento. Aunque, como se verá, entre ambas corrientes del siglo XVII, racionalismo y empirismo, las diferencias en la fundamentación del saber son por igual herederas de los logros renacentistas. 

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